—”Silence Parmi les Ruines”


La ciudad había dejado de ser ciudad.

París ya no se sostenía sobre cemento y cultura, sino sobre una sinfonía maldita. Cada calle era un pentagrama deshecho; cada esquina, una nota desafinada que se repetía sin sentido. Los edificios... no caían. Se disolvían, como si la misma Sonata ya no los reconociera como parte del mundo.

Llevaba a Vereth en mi espalda. Su peso era leve, más leve de lo que recordaba... como si su cuerpo mismo estuviese comenzando a desintonizarse del mundo. Mantenía el Supresor al límite, alimentándolo con mi instrumento, apenas sintonizándola para mantenerla “presente”. Todavía respiraba. Todavía existía.

A mi lado, Elène marchaba con mirada firme. En su mano, su contrabajo vibraba tenuemente, afinado para quebrar el aire si algo lo merecía. Zeffir iba adelante, como un perro herido: husmeando con rabia, girando la cabeza a cada mínimo ruido, dispuesto a explotar a la mínima disonancia. Calden cerraba la formación, cubriendo cada flanco como si su vida —y la nuestra— dependieran de cada paso.

“KAIROS... todavía funciona,” murmuró Elène. “¿Eso fue una pantalla?”, dijo Calden, señalando una marquesina rota que parpadeaba palabras entre latidos: "NO VAN BIEN. TOMEN LA IZQUIERDA."

Zeffir bufó.

“Y si es una trampa, ¿qué? ¿Nos hace un favor con hologramas rotos? ¿Una IA poética ahora?” “Cállate,” le dije, suavemente. “Si todavía nos habla, es porque algo de ella quiere vivir. Como nosotros.”

La siguiente esquina era un cementerio de vehículos y señales sonoras. Antiguos transportes volados por ondas, yacían como insectos rotos. Algunos vibraban, como si aún lloraran por haber fallado a sus pasajeros.

Etan entró en comunicación por el Supresor.

“¿Elric?” “Aquí.” “Veo sus ubicaciones... la zona que están cruzando fue catalogada hace tres días como franja muerta. Pero ahora... hay movimiento. Sigan por el túnel de mantenimiento. Coordenadas: Canal 14A.” “Entendido.”

Luego entró Volker.

Su voz sonaba menos como un administrador y más como un padre desesperado tratando de mantener una lámpara encendida en medio del mar.