En la cima de la inquebrantable pirámide de poder de Nueva Babilonia, por encima de los Comités, las Orquestas e incluso de las casas nobles que financian la guerra, reside una entidad tan poderosa como invisible: el Alto Consejo.
Sus miembros no se consideran gobernantes; ese es un término demasiado limitado para su función. Se ven a sí mismos como los Directores de la Realidad, las mentes frías y pragmáticas que componen la partitura que la sociedad entera debe seguir, lo sepan o no. No operan con la fuerza impredecible de la Sonata, sino con un poder mucho más antiguo y absoluto: el control total de la narrativa. Son ellos quienes definen qué es la verdad en cada era, qué sacrificios son necesarios para el "bien común" y qué capítulos enteros de la historia deben ser arrancados y olvidados. Se susurra en los círculos más altos que una sola decisión, tomada en la quietud de sus reuniones, puede reescribir décadas de historia o condenar a generaciones enteras a vivir en una paz perfectamente fabricada.
Su poder no se manifiesta en el estruendo de un campo de batalla, sino en los silencios calculados entre las palabras. Son maestros consumados de métodos arcanos de control, redes laberínticas de favores que se extienden como deudas de sangre, chantajes basados en secretos que ni la propia Sonata podría detectar, y alianzas tan frágiles como el cristal pero tan efectivas como el acero. Cada Consejero controla facciones enteras dentro de los Comités de Defensa e Investigación, no a través de la autoridad directa, sino posicionando a sus peones clave durante años, moviendo las piezas en un tablero que solo ellos pueden ver en su totalidad. Se rumorea que son los únicos con acceso a los Archivos Prohibidos, registros sellados del mundo pre-Sonático que contienen verdades tan devastadoras que podrían desestabilizar a cualquier casa o facción, incluida la de los aparentemente intocables Volker.
La identidad de los miembros del Alto Consejo es el secreto mejor guardado de Nueva Babilonia, un enigma protegido con más celo que cualquier otro. No tienen títulos públicos más allá del austero "Consejero". Rara vez, o ****directamente nunca, aparecen en persona, prefiriendo manifestar su voluntad a través de representantes anónimos o comunicados encriptados que aparecen y desaparecen de los sistemas sin dejar rastro. Sus rostros son desconocidos para la gran mayoría, lo que los ha convertido en una leyenda, un "gobierno sin rostro" que todo lo ve. Esta anonimidad no es por seguridad; es su herramienta de poder más afilada, pues es infinitamente más fácil temer a una idea que a un hombre. Son la voluntad colectiva del sistema, una entidad que ha trascendido la debilidad de las identidades individuales.
Los rumores dicen que sus reuniones, conocidas internamente como la "Sesión del Silencio", se llevan a cabo en una cámara completamente anecoica, un santuario de vacío absoluto donde ni siquiera la Sonata puede entrar, un lugar que niega la ley fundamental del nuevo mundo. Allí, desprovistos de cualquier influencia externa, en un silencio tan puro que se vuelve ensordecedor, toman las decisiones que darán forma al sonido de la realidad. No necesitan hablar. Se comunican a través de gestos codificados, transmisiones de datos puros y la simple resonancia de la intención.
Es en ese silencio donde se decide el futuro de cada nota.