Elias creía en el protocolo. Creía en los datos, en la observación objetiva y en la fría lógica que sostenía a Nueva Babilonia. Su primera asignación importante era la prueba definitiva de esa fe: fue enviado a auditar a la ****Arcante Melpómene durante una misión de contención en la frontera francesa.

Llegó impecable, con su uniforme de la Aufsicht recién planchado y una tableta de datos lista para registrar cada acción. La misión era simple: neutralizar un nido de Oyentes Resonantes. Pero con Melpómene, nada era simple.

Ella lo recibió con una reverencia teatral que casi lo hizo tropezar.

"¡AH, UN OBSERVADOR!", exclamó, su voz llena de un dramatismo que hacía vibrar el aire. "¡Un ojo imparcial para mi humilde tragedia! ¡Bienvenido, querido cronista del caos!"

Elias carraspeó y consultó su tableta. "Arcante, mi función es registrar su eficiencia táctica y el cumplimiento del protocolo..."

"¡Protocolo! ¡Qué palabra tan gris!", lo interrumpió ella, girando sobre sí misma. "¡Llamemos a esto el Acto Primero: La llegada del hombre que cuenta las notas mientras la sinfonía arde! ¡A escena, mi trágico coro!"

Con un gesto de su batuta, Scenálica, sus autómatas, Dolore y Furore, adoptaron posturas de lamento. Elias anotó: “Sujeto se comunica en un lenguaje narrativamente ineficiente. Los activos de apoyo muestran una cooperación... artística.”

La confrontación con los Oyentes fue una ópera absurda. Cuando los Resonantes atacaron con un pulso sónico, Melpómene no ordenó una contraofensiva. Declaró: "¡Oh, cielos! ¡Críticos poco entusiastas! ¡Parece que no aprecian mi composición!". Luego, en lugar de un ataque directo, hizo que Dolore realizara una danza tan trágica y hermosa que los Oyentes se detuvieron un instante, confundidos por la frecuencia emocional.

"¡Arcante! ¡El protocolo indica neutralización inmediata!", dijo Elias a través del comunicador, su voz teñida de pánico.

La respuesta de Melpómene llegó en un susurro cantado: "Pero, mi querido espectador, ¿dónde está el drama en la eficiencia?"

Para desesperación de Elias, Melpómene saboteó deliberadamente cada oportunidad de una victoria rápida solo por el efecto dramático. Dejó escapar a un Oyente solo para que Furore pudiera "derrotarlo heroicamente" a la entrada de una cueva. Fingió estar herida para pronunciar un monólogo sobre la fragilidad del poder. En un momento, usó su Sonata Narrativa para hacer que una roca levitara y bloqueara el camino de Elias, solo para poder decir: "¡Ay, el destino nos separa!".

Elias pasó la misión entera corriendo de un lado a otro, intentando mantener la compostura mientras su informe se llenaba de anotaciones que ningún superior creería: "Sujeto ignora flanco enemigo para mejorar la iluminación de la escena." o "Activo Furore utilizado para una pose dramática en lugar de para asegurar el perímetro."

La batalla terminó no con una victoria táctica, sino cuando Melpómene decidió que "el telón debía caer". Con un movimiento final, aniquiló a los Oyentes restantes y luego hizo una profunda reverencia a su auditor, que la miraba con el rostro pálido y un tic en el ojo.

Esa noche, de vuelta en su puesto, Elias se sentó a escribir su informe final. Borró y reescribió la conclusión una docena de veces. Finalmente, con un suspiro de derrota, escribió la única verdad que pudo encontrar.

Conclusión del Informe de Auditoría 00-M:

“El Sujeto Melpómene completó la misión. La eficiencia táctica fue... cuestionable. La cooperación, de una manera narrativamente ineficiente. Se recomienda encarecidamente que la próxima auditoría sea asignada a un Analyst con una mayor tolerancia al teatro. O con acceso a una considerable cantidad de alcohol. Misión cumplida, pero mi fe en el protocolo está en estado crítico.”