— “FUNDAMENTO PRINCIPAL: La Sonata”

El Evento Sonático fue, para la humanidad, una sentencia de muerte. Pero para el universo, fue simplemente un cambio de clave. La antigua física, con su predecible sonido de causa y efecto, no fue destruida. Fue ahogada, superpuesta por una nueva ley vibracional que reescribió las reglas de la existencia a su antojo. Los primeros eruditos de esta nueva era, notando que el mundo ahora parecía seguir las reglas de una composición musical, le dieron el nombre de un antiguo arte: la Sonata. Pero su significado ya nunca sería el mismo.

La Sonata no es música; es la partitura sobre la que está escrita la realidad. Es la vibración fundamental del mundo, el sistema operativo que dicta las leyes de la física, la biología y el propio tiempo. Antes del "Evento Sonático", esta sinfonía cósmica era inaudible, una verdad que la humanidad intuía a través de las matemáticas y el arte, pero que no podía percibir directamente.

En su esencia, la Sonata es la energía vibracional que conecta y define toda la materia y los conceptos. Todo en el mundo, desde una roca hasta un recuerdo, posee una frecuencia y un ritmo únicos: su "nota" dentro de la gran composición.


— “Componentes”

Comprender la Sonata es comprender los tres elementos que componen su música.

  1. La Armonía
  2. La Melodía
  3. La Disonancia

— “Intérpretes”

El Evento Sonático no creó la Sonata; simplemente "rompió los oídos" de la humanidad, perforando el velo entre nuestra percepción y la realidad fundamental. Este cataclismo permitió que ciertos individuos, los Soundbringers, pudieran "escuchar" esta partitura por primera vez.

Ellos no solo oyen la música del universo, sino que, a través de sus instrumentos y su fuerza de voluntad, han aprendido a "tocar" junto a ella, añadiendo o modificando notas para alterar la realidad. Son los intérpretes en esta nueva orquesta.

La Sonata es el lenguaje fundamental con el que se interactúa. Dominarla no es una cuestión de fuerza bruta, sino de un profundo entendimiento. Es el arte de escuchar el pulso del mundo y saber exactamente qué nota tocar, en qué momento y con qué intención, para cambiar su ritmo a voluntad.