En el corazón de la Noctara de Berlín, entre vitrales que nunca dejan entrar el sol y ecos que perduran desde antes del Evento Sonático, se levanta una de las Catedrales del Coro más imponentes del mundo: La Gran Armonía de las Doce Voces. En su altar principal, elevado sobre columnas de piedra negra y resonadores sagrados, descansa un instrumento que ya no debería existir: el Órgano Wanamaker, modificado por El Coro y consagrado como un artefacto de resonancia absoluta.
Y la única que puede tocarlo sin romperse en mil partes es la Dama Dirosse.
Dirosse es una contradicción viva:
— Habla con dulzura, pero su voz puede quebrar un alma con una sola sílaba.
— Acaricia la cabeza de los huérfanos con una ternura celestial, pero puede mirar a un Compositor del Consejo como si fuera un niño sin fe.
— Sonríe como una madre, pero nunca habla de su pasado ni permite que alguien vea el interior de sus aposentos.
Sus sermones son poéticos y simbólicos. A veces, parecen dirigidos a los vivos. A veces, a los muertos. En otras, se sospecha que no habla para nadie, sino para el Órgano Wanamaker mismo.
Temida por los hombres, adorada por los niños, su figura se ha vuelto mito. Muchos dicen que ya no es humana. Otros, que nunca lo fue. Pero nadie la enfrenta. Ni siquiera los Consonantes del Comité, quienes la respetan... o temen.
Dirosse no figura en ningún registro como compositora, ni porta un instrumento tradicional. Sin embargo, su dominio sobre el Órgano Wanamaker la vuelve un ser potencialmente letal. No necesita alzar la voz ni blandir armas. Solo tiene que sentarse frente a los tubos del órgano, ajustar la presión y tocar una sola secuencia.
Un Consonante Fermata mal preparado podría morir antes de entender lo que está escuchando. No por daño físico, sino por colapso de la resonancia interna, un fenómeno donde la frecuencia del cuerpo entra en conflicto absoluto con una Sonata de Orden Superior.
Nadie ha sobrevivido a un Coral de Ira completo tocado por ella. Por suerte, solo lo ha hecho una vez, en un evento del que no se habla en El Coro. Las campanas todavía no se han recuperado.
El Órgano Wanamaker original era ya el más grande del mundo. Pero lo que reposa ahora en la catedral de Berlín no es solo un instrumento:
— Sus tubos han sido adaptados con metales resonantes sagrados.
— Las cámaras internas tienen rutas de presión que reconfiguran el aire como materia sonora.
— Cuando Dirosse toca, el órgano no sólo emite música… canta. Y en ese canto hay poder.
A través del órgano, Dirosse puede: