“Static Bloom”


El garaje de Klara es una herejía.

En un mundo de superficies pulcras y aire filtrado, este lugar es gloriosamente, descaradamente imperfecto. Huele a aceite de motor, a neumático viejo y al débil perfume de la gasolina. Es un pequeño santuario del desorden, un museo de la entropía. Herramientas olvidadas cuelgan de las paredes junto a viejos calendarios con chicas en bikini sobre coches viejos. Una capa de polvo fino cubre todo, como si el tiempo aquí se hubiera permitido envejecer de verdad, sin que un robot de limpieza lo reseteara cada noche. Y en medio de todo este caos honesto y real, está el sueño. Nuestra banda.

Klara es un torbellino. Se mueve alrededor de su batería con una energía maníaca, apretando soportes, afinando los parches de los tambores con golpecitos rápidos. Su pelo rosa parece una pequeña explosión congelada en el tiempo. Cada uno de sus movimientos es ruidoso. El choque de un platillo, el chirrido de un tornillo, su propia risa que resuena en el espacio de hormigón. Ella es la encarnación del ritmo antes incluso de empezar a tocar.

Sophie, en el otro extremo, es el polo opuesto. Es una isla de calma estoica. Sentada sobre un amplificador viejo, afina su bajo, un Fender Precision negro como una noche sin luna. Su concentración es absoluta. Mueve las clavijas con una delicadeza de cirujana, sus oídos inclinados hacia la vibración de la cuerda. Ni un solo movimiento es desperdiciado. Ella no es ruido, es la frecuencia fundamental.

Elise, por su parte, está librando una guerra personal contra un nudo de cables. Su guitarra rítmica, una Telecaster de color mantequilla, yace a su lado mientras ella intenta descifrar qué cable va en qué pedal y qué pedal va en el amplificador. Parece una escena de un manual de "cómo no montar tu equipo", pero lo hace con una sonrisa tan genuina que es imposible no sentir ternura.

Y luego estoy yo.

Estoy en el rincón más alejado, fingiendo afinar mi guitarra, que ya está perfectamente afinada desde hace veinte minutos. Mis manos sudan. Mi corazón está librando una batalla de ritmos contra las paredes de mi pecho, un compás de 180 pulsaciones por minuto que amenaza con reventar. Estamos aquí. El sueño. La banda. Todas juntas en la misma habitación. A punto de hacer música.

«Bien. Calma. Respira. Análisis de la situación», grita mi cerebro. «Hay cuatro personas en esta habitación. Tres de ellas son mis amigas. Se supone que esto debería ser fácil. Cómodo. Pero no lo es. Porque ahora no soy ‘Helena, la amiga silenciosa’. Ahora soy ‘Helena, la Guitarrista Solista Legendaria de Internet’, un rol para el que no tengo ni el guion ni el vestuario. Me están mirando. Esperan algo. Esperan a Silentsiren13. Y yo solo soy… Helena. ¿Qué digo? ¿'Hola, compañeras roqueras, preparémonos para rasgar el tejido del espacio-tiempo con nuestro arte sónico'? No. Absurdo. Definitivamente no.»

El silencio se alarga. Klara finalmente termina con su batería. Sophie levanta la vista de su bajo. Elise ha ganado su batalla contra los cables y su guitarra emite un suave zumbido. Todos los ojos están sobre mí. La temperatura de la habitación parece subir diez grados.

«¡Bienvenidas!», exclama Klara, rompiendo el hielo. «¡Al primer ensayo oficial y glorioso de…!». Se detiene en seco. «Un segundo. Mierda. No tenemos nombre».

El alivio me inunda. Una distracción. Gracias a todos los dioses del rock and roll. El debate que sigue es tan caótico como la batería de Klara.

«¿Qué tal… ‘Las Gatitas Eléctricas’?», sugiere Elise con una sonrisa inocente.

Un silencio mortal llena la sala.

«Veto esa moción con cada fibra de mi ser», dice Sophie, su primera frase completa de la tarde. Su voz es grave, monótona, pero llena de una autoridad final.

«¡Bah, eres una aburrida!», se ríe Klara. «¡Necesitamos algo con fuerza! ¡Con pegada! ¡Como… ‘Apocalipsis Rosa’! ¿Eh? ¿Eh? ¡Por mi pelo!».

Sophie ni siquiera se molesta en responder. Simplemente la mira. Una mirada. Es suficiente para que la idea muera en el acto.

Discuten durante diez minutos. Se proponen nombres terribles. "Las Sirenas de Berlín". "Revolución Sónica". "Mochi y las Rockeras". Descarto mentalmente mi propia sugerencia secreta, "Fretboard Full of Angst" (Diapasón Lleno de Angustia). Demasiado personal.