El Evento Sonático no solo fracturó la realidad; pulverizó las naciones. Las antiguas fronteras, dibujadas con tinta sobre mapas, se evaporaron en la cacofonía del nuevo mundo. El concepto de país se volvió obsoleto. En su lugar, de las cenizas de la vieja civilización y a lo largo de un siglo de desesperada reconstrucción, emergieron nuevas entidades geopolíticas, forjadas no por la tierra, sino por el sonido.


— “¿Qué es una Sonaria?”

Una Sonaria es una nación-estado de la era post-Sonática. Es un territorio soberano que ejerce su dominio no a través de vastas extensiones de tierra, sino mediante el control de una red de Noctaras, las gigantescas ciudadelas insonorizadas que protegen los últimos vestigios de la humanidad. Cada Sonaria administra y protege a las ciudades que se encuentran bajo su Cúpula, formando una entidad política y cultural única.

No son imperios en el sentido tradicional. Su poder no se mide en kilómetros cuadrados, sino en la estabilidad, en la maestría de sus filas y en la fuerza de sus Muros de Contención. Son archipiélagos de orden en un océano global de disonancia.


— “La Influencia de la Geografía y la Cultura”

El carácter de cada Sonaria está intrínsecamente moldeado por su geografía y la cultura pre-Sonática sobre la que se construyó. La diversidad de paisajes y herencias ha dado lugar a ideologías y enfoques radicalmente diferentes para manejar la Sonata y la sociedad:


Cada Sonaria desarrolla así sus propias políticas, su sistema de gobierno (desde repúblicas militares hasta monarquías o teocracias) y su forma de interactuar con el mundo exterior. Esta rica diversidad es la fuente tanto de alianzas frágiles como de intensas rivalidades, cada nación-estado componiendo su propia y única sinfonía de orden.