Desde el alba de la Era Sonática, la humanidad aprendió una lección aterradora: la Sonata es un océano, y ellos apenas sobreviven en frágiles barcos. Para evitar un segundo diluvio sónico, un cataclismo que acabara con los últimos vestigios de su civilización, aunaron sus esfuerzos en el proyecto más ambicioso de la historia. El resultado orbita sobre sus cabezas, un testamento silencioso de su miedo y su ingenio: los Supresores Orbitales.
Estas imponentes estaciones espaciales son los diques construidos para contener el océano. Diseñadas para regular, contener y, en el más extremo de los casos, armar la Sonata a escala planetaria, son la última línea de defensa de la raza humana contra sí misma y contra el universo que ahora habita.
Cada Sonaria importante posee su propio Supresor Orbital, considerándolo su máximo bastión tecnológico y un símbolo de su soberanía. Su pérdida no solo significaría una derrota militar, sino una catástrofe que podría devolver al mundo al caos primigenio del Evento Sonático.
Los Supresores Orbitales son maravillas de la ingeniería acústica. Su diseño se centra en un gigantesco núcleo de contención rodeado por una red de paneles resonantes y sistemas de insonorización avanzados, permitiéndoles "escuchar" y "afinar" la Sonata a nivel global.
La función principal y constante de un Supresor es actuar como un regulador pasivo de la sinfonía mundial.
Más allá de su función pasiva, los Supresores pueden actuar activamente sobre la Sonata, como un corazón que bombea la sangre de la realidad.
Esta es la función final y más terrible del Supresor. En una crisis que amenace la existencia de la propia Sonaria, la estación puede convertirse en el arma definitiva.