Entre los Compositores, desde el novato que apenas afina su primera cuerda hasta el veterano Magister cuyo rostro es un mapa de batallas sónicas, corre un rumor. Un susurro que se comparte en los silencios entre turnos de guardia, una historia de fantasmas para un mundo que ya está lleno de ellos. Hablan de una Orquesta Muda. Una unidad que no canta, que no resuena. Un escuadrón que no blande instrumentos, sino la fría lógica del acero y la sombra. La mayoría lo descarta como una leyenda, un cuento para asustar a los reclutas.
Pero la verdad es más aterradora: la Orquesta Muda existe. Y no son Compositores.
No son Afinadores, ni Arcantes, ni Magisters. Son un eco del mundo que fue. Son los remanentes de la primera línea de defensa de la Tierra: los cuerpos de élite, las agencias de inteligencia, los ministerios de defensa que todos creían desmoronados tras el Evento Sonático. Se dijo que se hundieron con el viejo mundo, pero eso es una mentira conveniente. En un acto supremo de egoísmo y supervivencia, se negaron a desaparecer. Se fusionaron.
Son los que conocieron la guerra no como una disonancia cósmica, sino como un conflicto entre humanos. Los que no necesitaron una melodía para matar, sino una simple bala. Son veteranos de guerras olvidadas, ex-compositores que perdieron su música, agentes de inteligencia cuyo único instrumento es la mentira. Son la BND, los restos de la Política ****Común de Seguridad y Defensa Europea y fragmentos de cada servicio secreto y cuerpo de autoridad que una vez gobernó el continente. Son el poder militar de la vieja Europa, concentrado en una sola célula, unido por la catástrofe y puesto al servicio del Comité Administrativo.
Son el Escuadrón del Tono. La Tonstaffel.
Hoy, operan como la policía secreta de Nueva Babilonia. Son la red de inteligencia y el brazo ejecutor de los asuntos internos del Comité. Mientras el Comité de Defensa enfrenta las amenazas sónicas en el frente, la Tonstaffel libra una guerra diferente en las sombras. Se encargan del contraespionaje, de la vigilancia de figuras políticas y militares de alto rango (incluidos los propios Compositores), y de la eliminación silenciosa de disidentes que amenazan el orden impuesto por el Comité. Son ellos quienes realizan el trabajo sucio: los interrogatorios que no dejan rastro sonoro, las "desapariciones" que se archivan como accidentes, y la manipulación de información a una escala que haría temblar a cualquier estratega.
Son los guardianes del secreto más profundo de Nueva Babilonia: que la mayor amenaza para la humanidad no es la Sonata, sino la humanidad misma. Y ellos son su más implacable custodio.
“La armonía es un privilegio, no un derecho.”